Conocerse a uno mismo – si queremos reducir la filosofía de Sócrates en unas pocas palabras, se destilaría a esta frase sencilla pero profunda. Parece intuitiva y fácil, pero hacerlo de forma efectiva y contundente puede resultar en uno de los más difíciles retos de la vida. Y también uno de los más fructíferos.
Difíciles porque es un ejercicio que requiere mucha atención, cuando a menudo tenemos distracciones más atractivas o urgentes que ocupan nuestro tiempo. Difíciles porque precisa un esfuerzo y una disciplina que no queremos invertir al final de un día largo de trabajar o estudiar, y nos sentimos ya sin energías para nada salvo ver la tele un rato o jugar al play antes de dormir.
Y sobre todo difícil porque nos conduce a examinar con honradez a aspectos de nuestra personalidad, nuestros pensamientos, y nuestros sentimientos que prefereríamos no reconocer.
Please mind the gap
Fructíferos, sin embargo, porque representa un ejercicio de la mente que, realizado con una atención cuidadosa, con disciplina y honradez, nos libera y nos impulsa a mejorarnos – porque ayuda a diagnosticar el hueco entre lo que somos y lo que queremos ser, y por tanto, ilumina las formas de pensar y sentir que hemos desarollado por múltiples razones lógicas s lo largo de nuestras vidas pero que, en el análisis final, nos desvían del camino más importante en la vida: el de llegar a ser la mejor persona de que seamos capaces.